YEMBÉ
Me voy “pa” la tierra del pan que aquí ya no queda “na”,
miseria, hambre y muerte “na más”, ya esta bien, me quiero escapar.
Dame otro beso “ma”, deja ya de llorar “desconsolá”
que no va a pasar “na”,
sólo que voy a marchar en busca de lo que quiero.
Quiero trabajar, quiero respirar, quiero libertad
y si eso es mucho pedirle al cielo…
que me entierre en el mar.
A mi me llaman Yembé, no me olviden, volveré
a mi tierra que huele al sudor del tambor,
me la llevo en el corazón.
Y al cayuco se confía Yembé
con la esperanza erizando su piel,
y preso del mar un pensamiento fatal:
“si el viento silba a la muerte,
más le canto a mi miedo”.
Quería trabajar, quería respirar, quería libertad,
para él fue mucho pedirle al cielo y hoy reposa en el mar.
Pobre esperanza, Yembé, “no me olviden, volveré”
a la bruma que aviva el sonar del tambor, grita hermano, llama al Sol.
Pobre esperanza, Yembé, pobre esperanza, Yembé.